Sacar de su Dominio Platónico al Perro Tricípite

miércoles, 21 de septiembre de 2011

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El Duodécimo Trabajo de Hércules, el Héroe Solar, ordenado por su hermano Euristeo, rey de Micenas, consistió en SACAR DE SU DOMINIO PLUTONICO AL PERRO TRICIPTE QUE LO GUARDABA. Este último, además de sus tres cabezas caninas, se dice que poseía cola de dragón o serpiente y en su lomo, múltiples cabezas de serpiente.

Al inicio de este viaje se dirige primero a Eleusis, donde se purifica de la matanza de los Centauros por Eumolpo y posteriormente es admitido en los Misterios del Templo.

Buscando la abertura del Tenaro, para descender a los Infiernos, se dirige hacia el sur, hacia el Peloponeso. Durante todo el viaje le acompañan Hermes y Minerva.

Por fin, después de algunas peripecias llega ante Plutón, a quien le solicita autorización para llevarse a CANCERBERO. Plutón accede, a condición de que se le lleve sin hacer uso de arma alguna. Así lo hace Hércules reguardado de su coraza y por la piel de un León. Lo agarra por la cola y, a pesar que la serpiente lo muerde el sigue firme hasta dominar el Perro Tricípte, quien accede a seguirlo. Finalmente cuando lo muestra a Euristeo, éste le deja libre para volver al Infernus a guardar su puerta.

DEVELACION DEL MITO

A la luz del Gnosticismo Universal, dejemos que sea el V.M. Samael el que nos guie por este intrincado laberinto del simbolismo; al respecto nos dice el sabio Maestro en su libro «Las 3 Montañas»:

El Decimosegundo Trabajo de Hércules, el Héroe Solar, fue ciertamente impuesto por su Hermano, es decir, por su resplandeciente «Prototipo Divinal», en el Sagrado Sol Absoluto...

...Incuestionablemente nuestro resplandeciente Sistema Solar de ORS tiene 12 Planetas y esto viene a recordarnos a los 12 Salvadores...

Resulta palmario y evidente que el trabajo final de Hércules ha de realizarse siempre en el Decimosegundo Planeta de la Familia solar...

...Igualmente, sólo con Escorpio, cuya constelación es la más apropiada para figurarlo, podemos y debemos relacionar la última de sus hazañas zodiacales, que consistente en sacar al Perro Tricípite del celoso mundo subterráneo, del reino de las sombras donde la Verdad se disfraza de Tinieblas...

Naturalmente sólo puede cumplir esta tarea con el consentimiento del mismo Hades o Plutón, y con la ayuda de Hermes y Minerva a la vez... (Sexo‑Yoga y Sabiduría).

En efecto, este último trabajo se inicia con el descenso al Tártarus en aquel Planeta 12 de nuestro Sistema Solar..., allí vienen pruebas terribles como las que menciona el Maestro de las 3 féminas deliciosas, peligrosamente bellas, que apelarán a todos sus encantos irresistibles...Diablesas provocativas que lucharán hasta lo imposible, para hacer caer al Iniciado, allí hay que saber dominarse a mí mismo...

El propio signo zodiacal de Escorpio desatará, en los órganos creadores, todos sus ardores pasionales. Empero el iniciado debe permanecer victorioso, incólume en todas esas batallas contra sí mismo.

Debe aprender a manejar a ese Perro-Guía (el Instinto Sexual), en mente, corazón y sexo (por eso tienen 3 cabezas). «El Perro jala la traílla de su amo, llevándole por el escarpado sendero hasta la meta; posteriormente el Can debe descansar; entonces viene la «Gran Renunciación». En armoniosa concordancia rítmica con este evento Cósmico‑Sexual, deviene ineludible el supremo desprendimiento de todas las cosas materiales, y la eliminación radical del deseo de existir...

Adueñarse completamente del Perro Tricípite sin arma alguna, significa de hecho, control absoluto sobre el sexo...

Cuando yo me hice dueño de tal Can, ascendí victorioso desde el fondo del negro y horroroso precipicio...Entonces encarnó en mi el Ser de mi Ser; eso que está más allá de «BRAHAMA, VISHNU y SHIVA»... Aquel Divino Prototipo Solar Absoluto...Cuando este hecho Místico acaeció, entre dichoso en un pequeño Sanctuario del Sagrado Sol Absoluto... Desde ese instante extraordinario pude alimentarme con los Frutos del «Árbol de la Vida», más allá del bien y del mal...Había regresado al punto de partida original; incuestionablemente había vuelto a mi Monada»..., dice el Venerable Maestro Samael.

Así pues, el 12º Trabajo de Hércules finaliza con el regreso al punto de partida Original: La Mónada Divina.

En La Gran Obra Solar, así como el Sol se mueve por el Zodiaco y en la propia Naturaleza va realizando cambios y trabajos: en Aries, la Primavera; en Tauro y Géminis la fecundidad y la diversificación..., el verano, el otoño, el invierno, con todo lo que ello implica, igualmente, desde el punto de vista alquímico la Materia Prima ha de pasar por diversas etapas, llamadas por ellos (por los alquimistas), «Peldaños», 12 en total, en representación de esas fuerzas zodiacales.

Entonces, para el Alquimista, la Gran Obra Solar no consiste sólo en desarrollar la Piedra Filosofal (el Cristo revestido con sus Cuerpos de Oro puro), sino hacer frucificar todas las infinitas posibilidades de desarrollo de su propio Ser Divinal y poder alimentarse de los 12 Frutos del Árbol de la Vida, de sus 12 Salvadores y cada uno de ellos debe ayudarle a realizar esta Gran Obra Zodiacal, Cómica, Solar y Humana a la vez, eliminando los Yoes que tornan negativas las Fuerzas Zodiacales y a polarizarse y potenciar esa misma fuerza en su aspecto positivo: En el caso que nos ocupa, y como ya señaló el Maestro: «Adueñarse completamente del perro Tricípite sin arma alguna, significa de hecho, control absoluto sobre el Sexo»...

Apropiarse de las Manzanas de las Hespérides

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Hércules, el héroe solar, representación clara del real ser del hombre, del hombre común que ha logrado alcanzar estas alturas del SER, debía apropiarse de las manzanas de las Hespérides que crecían en el huerto de Hera o Juno entre los Romanos, la Diosa quien en armonía perfecta con el simbolismo espiritual de la mitología clásica, fungía también como la Diosa y la patrona del Matrimonio. Enemiga de Hércules, Hera le tendía trampas a cada paso del héroe solar, representación de las fuerzas de la naturaleza que se deben superar en el día a día en el trabajo en la novena esfera dentro del matrimonio mismo , dentro del mismo oficio de la sacerdotisa de Hera, de Juno.

Las Hespérides, hermosas ninfas encargadas de cuidar el jardín de los manzanos prohibidos, de los frutos del árbol del bien y del mal, de la sexualidad cuna de Dioses y bestias, junto con el dragón de cien cabezas, Ladón, el gran tentador, la misma serpiente del Edén que indujera a Eva a morder del fruto prohibido.

La hazaña del hombre solar debía comenzar aquí y ahora, en el presente vital del iniciado, en los trajines de la vida cotidiana, en el desenvolvimiento diario en el mundo, que debe forzosamente descender a sus propios infiernos psicológicos para encontrar el camino y apropiarse de los frutos del árbol del bien y del mal.

Y es que Hércules desconocía la senda, para lo cual tuvo que apretar fuertemente entre sus brazos a Nereo, el viejo del mar para forzarle la respuesta. La iniciación es la vida misma, la iniciación se gesta en la cotidianeidad, al maestro interior debemos apretarle con constancia para que nos devele los secretos y peligros del camino, no hay lugar para tibios, ni fríos ni calientes. Así, bajo la dirección de Nereo, el héroe desciende a los mundos infiernos, a la ciudad perdida de Dite, representación clara y exclusiva de nuestros propios infiernos atómicos, psicológicos, de nuestra psicología más profunda y bestial, ahí donde habita el asesino, donde habita el ladrón, donde mora aún vestido de virtud el desenfreno sexual, el adulterio, el incesto, los horrores más perversos de la humanidad en su equivalente preciso en la propia psique de Hércules, en la psicología del adepto en su presente más mundanal.

Hubo entonces que librar la batalla contra Anteo, el gigante, hijo de Egea, la tierra; el ego, hijo de la existencia atada al valle de sufrimientos del Samsara, nuestro “yo mismo” , el gigante temible de todas nuestras perversidades manifiestas y exquisitamente ocultas, el engendro de las falsas virtudes y de las abominaciones. Terrible e invencible cuando estaba fijo al suelo, es decir, a la fascinación con el mundo con la creencia en existencia propia, inherente entre los budistas. Sabida su fortaleza Hércules decide eliminarlo apartándolo de la tierra – de la fascinación – para lo cual se colgó de un árbol, clara alusión a la fuerza sexual, logrando vencer al gigante dentro de sus propios infiernos psicológicos, aquí y ahora, en este preciso momento, inmersos en la actividad más simple y rutinaria de la vida en plena atención y contemplación.

El camino condujo luego de grandes luchas contra los demonios terribles del Hades, contra nuestro propio ego, hasta la libración del Prometeo Encadenado, del portador de la luz en el interior, quien robara el fuego a los Dioses. Hubo que eliminar al águila que devoraba incesante las vísceras de Prometeo, personificación de las pasiones animales que se roban constantemente el fuego solar.

Llegando al jardín de las delicias –la sexualidad trascendente – el héroe se percata que no puede por sí mismo apoderarse de las manzanas del fruto del árbol de la ciencia. Recurre entonces a Altas que sostiene al mundo en sus hombros, la energía sexual en su forma prístina, y engañándole con cargar el mundo de la fascinación y de la fornicación sobre sus espaldas –mediante el control y transmutación del impulso sexual refrenado en el arcano – logra apoderarse de los sagrados frutos, evitando el derrame innecesario, la sexualidad pasional que esclaviza por la eternidad a cargar con la ilusión del mundo en el valle del Samsara, a no convertirse en el Atlas pasionario que vive en el ciclo interminable de nacimientos y muertes condicionado por la fascinación.

Concluye el decimoprimero trabajo de Hércules con la cristalización en carne propia de las tres fuerzas primarias del universo, con la expresión del anciano de los días en el héroe solar, habiendo sido su punto de partida los azares de la vida cotidiana de un hombre común, entablando batalla en todos y cada uno de los detalles de la existencia material y mundana, inclusive los que parecieron los más insignificantes y superfluos.

La iniciación es la vida misma, el valor y significado profundo de los trabajos de Hércules, de los simbolismos profundos expresados en la mitología y narrados por el VM Samael en sus experiencias suprasensibles, debemos de concordarlos, corresponderlos y vivirlos dentro de nuestras propias existencias, en todos los instantes de nuestros momentos vitales, mientras trabajamos, cuando nos conducimos al trabajo mismo, en nuestras relaciones personales y familiares, en cada minúsculo detalle vital. Como es arriba es abajo, como es afuera es adentro, quien quiera la iniciación que la escriba en una vara.

Conquista del Rebaño de Gerión

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La décima hazaña de Hércules fue la conquista del ganado de Gerión. Matando a su poseedor, quien se le enfrentó después de sus guardianes, los perros Ortros y Euritión.

Gerión era un monstruo gigante formado por tres cuerpos humanos unidos por la cintura y con alas, hijo de Crisaor y Calírroe. También era conocido como Gritón. Como tenía seis brazos, era invencible, pues podía pelear con tres espadas y tres dagas al mismo tiempo, además de que poseía la sabiduría de tres cabezas. Era dueño de dos perros: el primero se llamaba Ortros y tenía dos cabezas y el segundo Euritión que era un pastor. Ambos resguardaban un enorme ganado, formado por vacas rojas y bueyes.

El insólito suceso tuvo por escenario la Isla Eriteia (La Roja, como una de las Hespérides), una isla del Océano Atlántico habitada por seres gigantescos. Para poder llegar a este lugar, Hércules tuvo que atravesar el desierto Libio y, abrirse paso del mar Mediterráneo al Océano Atlántico, y como hacía mucho calor, lanzó una flecha a Helios, el Sol, quien le concedió la copa dorada que usaba para atravesar el desierto de oeste a este sin problemas.

Hércules pudo robar el rebaño a pesar de la amenaza de los perros, que fueron muertos, por lo que Gerión marchó en busca de venganza. Sin embargo Hércules le esperaba preparado y le disparó una flecha envenenada con la sangre de la Hidra, que atravesó sus tres cuerpos. Cuenta la leyenda que, al caer al suelo, se convirtió en dragón.

La mitología compara al perro bicípite Otros, hermano de Cerbero, con Vritra, el genio védico de la tempestad. Según los textos del Rig Veda y de los Puranas, Vritra era un dragón que fue vencido por el Dios principal de la India: Indra.

Cuenta la leyenda que después, de vencer a Gerión, el héroe solar levantó las columnas Calpe y Abyla (Jakin y Boaz de la masonería oculta) sobre el Estrecho de Gibraltar; Las dos columnas que separan África de Europa, en el peñón. Probablemente en agradecimiento a los Dióscuros, quienes lo hicieron salir victorioso.

Hércules fue quien separó las dos rocas que unían África de Europa para navegar sobre el Océano Atlántico y llegar a la tierra de los Geriones.

Este décimo trabajo de Hércules representa la gran hazaña que debe realizarse en el interior de cada individuo. Primeramente cruzar el Océano con la copa de Oro de Helios, durante la oscuridad, es decir, utilizar sabiamente la energía creadora, sublimándola, en medio de las tinieblas de la inconsciencia y abriéndose paso entre las dos columnas, que son los dos canales que atraviesan la médula espinal desde el cóccix hasta el cerebro.

El rebaño de Gerión, que ha de ser robado, representa los apegos o lazos karmáticos que existen entre el individuo y aquellas damas con quienes ha tenido relación. Los perros Ortros y Euritión indican la pasión animal, que crece y se torna bestial al dejarse vencer por todo tipo de tentaciones y que es confundida con el amor verdadero.

Tal pasión animal puede ser vencida con Thelema, voluntad, para posteriormente subyugar al mismo tricípite Gerión, símbolo del señor del tiempo. De este modo es posible apoderarse del rebaño y hacerse pastor auténtico, no de vacas, sino de ovejas.

El capítulo diez, de Juan en la Biblia, dice: “De cierto, de cierto os digo: el que no entra por la puerta (las dos columnas de Hércules, de la energía creadora) en el corral de las ovejas, mas sube por otra parte (siguiendo doctrinas que no tienen que ver con la sublimación de la energía), el tal es ladrón y robador”. “Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”. “A este abre el portero y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca”. “Y como ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. “Más al extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz de los extraños”.

“Volvióles, pues, Jesús a decir: de cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas”.

El pastor de ovejas, es quien, con el poder del verbo, puede guiar a las personas por el sendero del despertar de la conciencia, conducir a las almas por el camino recto. Los seguidores deben cuidarse de falsos profetas, quienes son la voz de los extraños.

En el canto de Homero a Démeter, encontrado en una biblioteca Rusa, todo giraba alrededor de un hecho fisiológico cósmico de gran trascendencia: “Yo soy el buen pastor: El buen pastor su vida da por las ovejas. Más el asalariado (el esoterista que no se ha autor realizado) y de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene y deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas”. También tengo otras ovejas que no son de este redil (que están metidas en otras escuelas), aquellas también me conviene traer y oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor”.

La décima hazaña Hercúlea instruye a los pueblos, nos indica cómo realizar el misterio hiperbóreo, el misterio del grial. Es necesario “pasar el mar rojo”, atravesar el océano tempestuoso de la vida, pasar a la otra orilla en la copa de oro que Helios, el Padre absoluto nos presta, para posteriormente levantar columnas.

Levantar columnas es reconciliación con lo divinal, el regreso del alma divina con el alma humana del individuo.

Esto lo sabe todo discípulo, que toda exaltación va precedida siempre por una humillación. Claramente que a toda subida le antecede una bajada. Esta hazaña de Hércules se realiza trabajando con las pasiones inferiores para lograr triunfos espirituales.

Los griegos instruidos por los Hierofantes Egipcios representaban así también la PIEDRA FILOSOFAL, con uno o varios TOROS, como se ve también en la fábula del MINOTAURO CRETENSE. Igual significación Alquímica tuvieron los TOROS que HÉRCULES robó a Gerión el mismo simbolismo lo encontramos en la leyenda de los SAGRADOS BUEYES del SOL que pacían tranquilos en la ISLA de SICILIA y que fueron robados por Mercurio.

Samael Aun Weor. Tratado Esotérico de Astrología Hermética